La igualdad para el sanchismo es como la de aquel autobusero de Montgomery que, tras la revolución ciudadana iniciada por Rosa Parks en 1955, pregonaba: "en este autobús no hay blancos ni negros, todos somos azules; los azul oscuro, atrás y los azul claro, delante.
Pedro Sánchez ha sido herido en lo más profundo de su ser. No acaba de digerir el batacazo del 20-M. Y se pregunta: ¿cómo es posible que, siendo tan guapo y hablando inglés, la gente no me haya votado?; ¿cómo es posible que seamos tan tontos para no entender que él, Pedro, es el único capaz de sanar a los enfermos, dar una paguita al hambriento, y facilitar la ocupación de viviendas mientras no llega el pisito prometido?. Y está furioso. En público, intenta disimular, pero no puede evitar que la ira se manifiesta tensando cada uno de sus 43 músculos faciales.
Como buen autócrata, no respeta nada ni a nadie; ni siquiera a los suyos. Todo es un ordeno y mando. Y, ¡cómo no!, incumpliendo una vez más su palabra, ha convocado Elecciones Generales anticipadas para el 23 de julio, en plena canícula y jodiendo las vacaciones de mucho personal.
Además de jorobar a los electores, el ocupa de La Moncloa ha ignorado a los barones territoriales, les ha mandado callar y, a los contados díscolos les ha dejado un recadito: no se puede ser tonto y hacer el juego a la extrema derecha y a la derecha extrema. Lo que no imaginaba Sánchez es las consecuencias que tendría la escabechina: por una parte, la militancia mantiene una pasividad que empieza a preocupar a la dirección de campaña; por otra, la premura de tiempo obliga a plantear una precampaña muy similar a la anterior aunque incrementando la agresividad contra PP y Vox.
La España que gobierna Pedro Sánchez Castejón, que utiliza a políticos como Francisco Martín para que digan lo que él piensa pero no se atreve a decir, no es #LaMejorEspaña.
Insiste en la misma estrategia electoral basada en la mentira y la exaltación guerracivilista, convencido -supongo- de que los ciudadanos son rematadamente estúpidos y desmemoriados. Porque, más allá de unos pequeños cambios estéticos -como cambiar el tradicional ' este país' por ' España' o a Sánchez por Calviño-, su oferta consiste en afirmar que #LaMejorEspaña solo es posible con ellos, los 'progresistas' y, en consecuencia, los únicos que trabajan por el progreso, la libertad, la igualdad y la justicia social.
Si alguien tenía dudas de que todo en el sanchismo es una patraña, el Delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Francisco Martín, las ha despejado con unas declaraciones que le retratan como un despreciable sectario y manipulador, además de indocumentado: "Bildu ha hecho más por España que todos los patriotas de pulsera". La España que gobierna Pedro Sánchez Castejón, que utiliza a políticos como Francisco Martín para que digan lo que él piensa, pero no se atreve a decir, no es #LaMejorEspaña.
Otro de los 'logros' que debemos 'agradecer' a los falsos progresistas es haber reemplazado la enseñanza, como ascensor social, por la política.
El progreso para Pedro Sánchez se limita al ámbito personal y familiar, aunque, indirectamente, son muchísimos los beneficiados sobremanera gracias a los múltiples chiringuitos que configuran la amplia y vasta red clientelar sanchista. Pensemos, por ejemplo, en los cientos o miles de personas que han sido colocados a través de los partidos de izquierda que han convertido la política en una auténtica oficina de colocación y en un ascensor social (otro de los ' logros' que debemos ' agradecer' a los falsos progresistas es haber reemplazado la enseñanza, como ascensor social, por la política).
O en los golpistas indultados; en los delincuentes condenados por sedición, que ha visto suprimido su delito; en los malversadores que han visto reducidas sus penas; en los violadores, puestos en libertad o con reducción de penas; en los condenados por malversación que esquivarán la cárcel; en los filoetarras blanqueados; en la ex directora de la Guardia Civil, María Gámez, y su clan, que ha multiplicado por cinco su patrimonio inmobiliario; en Tito Berni y su cuadrilla; en las familias de Ximo Puig, Pedro Sánchez... Y, también, de manera muy singular, en Bildu y Marruecos, las dos hipotecas de Pedro Sánchez Castejón.
Los datos no mienten: los hombres y mujeres encargados de construir #LaMejorEspaña han fracasado estrepitosamente. Progreso socialista es un oxímoron de libro.
Para la mayoría de ciudadanos, el progreso del que presumen no existe. Y la posibilidad de que llegue con este Gobierno tiende a cero. De hecho, si nos fijamos en la distribución territorial de la riqueza en el año 2021, observaremos que en las seis comunidades que tienen un PIB per capita superior a la media nacional (Comunidad de Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y La Rioja) los gobiernos 'progresistas' han tenido escasa o nula presencia. Por el contrario, dos de las tres comunidades con mayor pobreza (Extremadura y Andalucía) han sido dirigidas casi exclusivamente por gobiernos socialistas. Es muy significativo el cambio de tendencia que experimenta la comunidad andaluza desde que el gobierno socialista ha sido reemplazado por uno del Partido Popular, primero en coalición y luego en solitario. Los datos no mienten: los hombres y mujeres encargados de construir #LaMejorEspaña han fracasado estrepitosamente. Progreso socialista es un oxímoron de libro.
Otra falacia sanchista es su compromiso con la libertad. La realidad es que solo defienden la libertad para insultar a quien piensa diferente, sea la oposición, la prensa, la radio, la televisión o un ciudadano cualquiera, incluso en sede parlamentaria o en rueda de prensa tras un Consejo de Ministros; o para que el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, intente coaccionar a periódicos como ABC, El Mundo y El Español para que no publiquen encuestas electorales que no les sean favorables; o para imponer cordones sanitarios; o para delinquir prevaricando o malversando con total impunidad; o para que Pedro Sánchez mienta compulsivamente sin consecuencias, incluso en el Parlamento.
Y si, finalmente, nos fijamos en la de defensa que han hecho estos falsos progresistas de la igualdad y la justicia social, vemos que la igualdad para el sanchismo es como la de aquel autobusero de Montgomery que, tras la revolución ciudadana iniciada por Rosa Parks en 1955, pregonaba: "en este autobús no hay blancos ni negros, todos somos azules; los azul oscuro, atrás y los azul claro, delante.
Porque la realidad es que, tradicionalmente (desde el Congreso de Suresnes , en 1974, los socialistas reconocen el derecho de autodeterminación de las nacionalidades de España. Según el Ministro de Cultura, Miquel Iceta, " en España hay ocho naciones, las he contado".) el PSOE se ha significado por defender la desigualdad territorial, lo que implica defender la desigualdad social y la violación de los derechos lingüísticos, entre otros. ¿Está dispuesto el PSOE a modificar la Constitución para acabar con el privilegio del Cupo vasco?.
La realidad es tozuda y cruda. La última legislatura nos ha enseñado que el sanchismo es el mejor ejemplo del falso progresismo. Y también que, en la mejor España, el PSOE no gobierna.
Jose Simon Gracia
Interesante repaso a la actualidad del sanchismo que padecemos, donde nada es lo que parece porque lo auténtico perece bajo toneladas de eslóganes, propaganda oficial y lacayos a sueldo.
ResponderEliminarEs imprescindible, simplemente por supervivencia, que el 23J nos quitemos de encima esta pesada rémora que lastra instituciones, empresas y sociedad.
Cuestión de supervivencia.