Si el 28 de mayo las urnas se llenan de capullos en lugar de votos, lloraremos.El británico Carles Stross escribió: «Si lo olvido, es como si no hubiera pasado; la memoria es la libertad».
Los españoles no somos mucho de exigir responsabilidades políticas a nuestros dirigentes. En su lugar, y para tranquilizar nuestra conciencia, justificamos nuestra pasividad -rayana con la irresponsabilidad-, soltando capulladas del tipo ' todos son iguales', 'los otros también roban' o ' para qué cambiar de voto si no sirve para nada'.
Los españoles somos más de estática que de dinámica; de sumisión, que de rebeldía; de complacencia, que de exigencia; de aceptación, que de reivindicación; de condescendencia, que de rigurosidad; de lloriquear, que de protestar; del exabrupto, que de la reflexión; de vendernos, que de comprar; de tragar lo que nos echen, que de vomitar lo que nos mata. Por eso siempre vamos los primeros, por la cola.
O tal vez sea que los españoles tenemos poca memoria y quizá por ello es tan fácil embaucarnos. Porque, si olvidamos las cosas, es como si no hubieran pasado. Como escribió el británico Charles Stross, «haz que el colectivo pierda la memoria, y podrás ocultarlo todo».
Pedro Sánchez Castejón, que en solo tres años ha mutado de demócrata a autócrata y de socialista a populista, está convencido de que la amnesia es el rasgo de personalidad que más caracteriza a buena parte del pueblo español. Convencido de que sus continuas mentiras no tienen coste político, a las puertas de una convocatoria electoral, vuelve a pedir prestado el voto para seguir estafando a cientos de miles de inocentes, incautos, ingenuos, cándidos y bobos, con una nueva promesa: Nen, un voto, un piso. Sin pudor. Sin remordimientos.
Asusta ver que un solo hombre sea capaz de poner en peligro al Estado. Pero asusta mucho más la complacencia de los segmentos sociales más castigados por su política. Porque, si el 28 de mayo las urnas se llenan de capullos en lugar de votos, lloraremos.
Nen, que no te engañen.
Asusta ver que un solo hombre sea capaz de poner en peligro al Estado. Pero asusta mucho más la complacencia de los segmentos sociales más castigados por su política. Porque, si el 28 de mayo las urnas se llenan de capullos en lugar de votos, lloraremos.
Nen, que no te engañen.
José Simón Gracia