el líder secesionista sabe que su paso por la cárcel es inevitable y quiere garantías tras su detención: blanqueo de su imagen en los medios –ya está en marcha–, puesta en libertad bajo fianza e indulto exprés una vez condenado
Ciertamente, buena parte del electorado olvidó muy pronto lo sucedido en Cataluña en 2017 y quiso mantenerse en la ignorancia querida, esa que quien la padece prefiere no superar para no sufrir sus consecuencias; esa que envuelve como un manto protector a quien teme conocer la verdad desnuda. Es la ignorancia culpable. El magnífico resultado electoral obtenido por el PSC –nacionalistas disfrazados de socialdemócratas– así lo demuestra.
Así pues, mientras el turista Sánchez paga sus facturas a Marruecos – siguiendo la tradición de sus predecesores socialistas, Felipe González y Rodríguez Zapatero–, Carles Puigdemont, el caganer d'Amer, celebra en Waterloo que la aritmética de la ley electoral de España –esa a la que tanto desprecia y a la que todo debe– haya dejado en sus manos no solo la posibilidad de condicionar el Gobierno de España, sino también la oportunidad de controlar su diarrea, redimirse, y demostrar al mundo 'indepe' que es un 'digno' heredero de Macià o Companys.
su persona –experto en blanqueo de corruptos, independentistas y etarras– no tiene el mínimo escrúpulo –menos ahora, tras el 'indulto' que le han otorgado las urnas– en pactar lo que sea necesario con un golpista prófugo de la justicia
No lo tiene fácil. Si, como dicen, el presidente fugado apuesta realmente por plantear una OPA hostil a ERC y es capaz de regular su esfínter anal, el inquilino de Waterloo no votará a favor de la investidura del mentiroso Pedro Sánchez Castejón. Si, por contra –la opción más verosímil–, persiste en cacarear y buscar una solución personal, inicialmente, Junts amagará con tumbar a Sánchez, permitiendo al Partido Popular hacerse con el control de la Cámara 'per acollonir Sànchez' y subir el precio de sus votos, para posteriormente terminar votando a favor de su investidura.
Pedro Sánchez, que conoce muy bien la táctica y las necesidades del líder independentista, tiene, al menos, tres razones para no estar preocupado.
Una, porque sabe que Carles Puigdemont es tan mentiroso como él y hará lo contrario de lo que dice, pues solo le interesa 'la pasta' y resolver su problema legal.
Otra, porque el líder secesionista sabe que su paso por la cárcel es inevitable y quiere garantías tras su detención: blanqueo de su imagen en los medios –ya está en marcha–, puesta en libertad bajo fianza e indulto exprés una vez condenado.
Y, finalmente, porque a su persona –experto en blanqueo de corruptos, independentistas y etarras– no tiene el mínimo escrúpulo –menos ahora, tras el 'indulto' que le han otorgado las urnas– en pactar lo que sea necesario con un golpista prófugo de la justicia para garantizarse la permanencia al frente del Consejo de Ministros. Y ese es el mandato que el líder socialista –ahora sí– ha transmitido a su equipo de confianza: se pacta lo que sea para... frenar el fascismo en España, por supuesto.
¿En serio alguien piensa que la exigencia de un referéndum pactado va a ser un problema para Peligro Sánchez Castejón? Que nadie se engañe, ni él ni sus fans tienen el menor reparo en jugar con las palabras para atender la exigencia más top del'Molt Honorable': compromiso de celebración de un referéndum, en cumplimiento al mandato otorgado por el pueblo de Cataluña.
Al contrario de lo que ocurre con ese supuesto mandato del pueblo de Cataluña –al que se refirió Carles Puigdemont el 11 de octubre de 2017 al proclamar la independencia de Cataluña en forma de República–, el mandato de Pedro Sánchez sí se cumplirá. Cueste lo que cueste.
Jose Simon Gracia